Recostada sobre mi cama intentaba aniquilar el insomnio con una serie de delirios que me llevaran al ansiado sueño. Pero luego de que mis fantasías sirvieran sólo para ahuyentar el sopor, me di por vencida y encendí la luz.. Madame Bovary y un insistente llamado del espíritu de Flaubert me invitaban a continuar con la lectura. No avancé más de 15 páginas cuando comencé a confundir mi existencia con la de Emma.. todo era incoherencia.. el sueño al fin se había metido en mi cama. Pero bastó con que apagara la luz para que el peso de mis ojos dejara de existir. Aburrida de las sábanas, me levanté y recorrí la casa descalza.. a oscuras me tendí sobre el sofá, prendí un cigarrillo y me dediqué sólo a ver cómo se iluminaba tenuemente mi entorno cada vez que inhalaba el humo y cómo se disipaba la nube gris exhalada, para luego perderse en la oscuridad.. De pronto estaba en otro mundo.. de entre los hilos de humo comenzaron a emanar los recuerdos.. y con ello la reminiscencia de un deseo incumplido.. y me sumergí en ese mar de sensaciones largamente añoradas.. Me convencí de que en el intervalo en que el cigarrillo se consumiera, yo alcanzaba perfectamente a sentir la felicidad si era capaz de desnudar mi alma más que mi cuerpo.. e imaginar la cima que me espera el día en que entregue el corazón más que la carne.. el día en que no importe el espacio ni el tiempo ni el pasado ni el futuro, sino sólo el sudor abrazante y la certeza de sentir.. que no habrá motivo alguno que me lleve a negarme ante los ojos de nadie a causa de la culpa.. esa culpa miserable que a diario me obliga a creer que no poseo el derecho a la felicidad, sólo porque un día tuve el coraje de adjudicarme lo que aún estaba en espera de ser mío.. Suspendida en el centro de mi desvarío, y con el reloj de arena entre mis dedos, aguardaba el inminente final de mi quimera, mientras me deleitaba con las últimas escenas de aquella visión premonitoria de lo que sería mi vida sin armadura.. El cigarrillo se consumía y yo me negaba a seguir fumando sólo para que el delirio se extendiera.. pero las cenizas no dejaban de caer sobre mi pecho y la amenaza del inevitable fin me convenció de que lo mejor era inhalar la última bocanada de humo para que la solución a mi mayor acertijo no fuera borrada con la luz del nuevo día.. hice lo posible por exhalar la menor cantidad de humo, como si de ello dependiera mi futuro..
Todo acabó y los primeros rayos de sol me hicieron despertar.. el frío me invitó a la cama y con el único calor capaz de convencerme de que la certeza llegará a mi vida con el cigarrillo que menos espere..